sábado, 29 de septiembre de 2012

Fiesta de los Arcángeles


Hoy celebramos la fiesta de San Miguel, San Rafael y San Gabriel, todos ellos fieles servidores de nuestro Señor y a quienes Él mismo dispuso para protección de nosotros sus hijos amados.


Arcángel Miguel: Su nombre significa Quién es como Dios. Principe de los ejércitos celestiales, vencedor del dragón infernal. Recibió de Dios la fuerza y el poder para aniquilar, por la humanidad, la soberbia del principe de las tinieblas.

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"San Miguel Arcángel,
defiéndenos en la batalla.
Sé nuestro amparo
contra la perversidad y asechanzas
del demonio.
Reprímale Dios, pedimos suplicantes,
y tú Príncipe de la Milicia Celestial,
arroja al infierno con el divino poder
a Satanás y a los otros espíritus malignos
que andan dispersos por el mundo
para la perdición de las almas.
Amén."
 
Arcángel Gabriel: Según su etimología divina significa: Dios es mi fuerza o Dios es mi fortaleza. Ángel de la Encarnación, fiel mensajero de Dios, abre nuestros oídos para que estén atentos a las más leves advertencias y toques del Corazón de nuestro Señor.




Arcángel Raphael: Jefe entre los Ángeles guardianes, Su nombre quiere decir "Brillo de Sanación".  Nuestro Señor le ha dado la capacidad de ser lánza y bálsamo de sanación para las enfermedades de sus hijos humanos. 


¡Dios Uno y Trino, Omnipotente y Eterno!. ¡Antes de acudir a Tus siervos, los Santos Ángeles, para implorar su auxilio, nos postramos ante Tu presencia y Te adoramos, Padre, Hijo y Espíritu Santo.

miércoles, 12 de septiembre de 2012

Santo nombre de María




Hoy, 12 de septiembre, la Iglesia Universal celebra la fiesta del Santísimo Nombre de María. Según costumbre de los judíos, ocho días después del nacimiento de la Virgen, sus padres le impusieron el nombre de María.
 
El hecho de que la Santísima Virgen lleve el nombre de María es el motivo de esta festividad, instituida con el objeto de que los fieles encomienden a Dios, a través de la intercesión de la Santa Madre, las necesidades de la iglesia, le den gracias por su omnipotente protección y sus innumerables beneficios, en especial los que reciben por las gracias y la mediación de la Virgen María.

“El nombre de la Virgen era María” (Lucas 1, 27), nos dirá el Evangelio. En la Sagrada Escritura y en la liturgia el nombre tiene un sentido más profundo que el usual en el lenguaje de nuestros días. Es la expresión de la personalidad del que lo lleva, de la misión que Dios le encomienda al nacer, la razón de ser de su vida.
 
El nombre hebreo de María, en latín Domina, significa Señora o Soberana; y eso es ella en realidad por la autoridad misma de su Hijo, soberano Señor de todo el universo. Gocémonos en llamar a María Nuestra Señora, como llamamos a Jesús Nuestro Señor; pronunciar su nombre es afirmar su poder, implorar su ayuda y ponernos bajo su maternal protección.
 
El nombre de la Madre de Dios no fue escogido al azar. Fue traído del cielo. Todos los siglos han invocado el nombre de María con el mayor respeto, confianza y amor. Si los nombres de personajes bíblicos juegan papel tan importante en el drama de nuestra redención y están llenos de sentido, ¡cuánto más el de María!, Madre del Salvador, tenía que ser el más simbólico y representativo de su tarea en mundo y eternidad. El más dulce y suave, y, al mismo tiempo, el más bello de cuantos nombres se han pronunciado en la tierra después del de Jesús. Sólo para los nombres de María y Jesús ha establecido la liturgia una fiesta especial en su calendario.

El nombre de María. Torre fortísima es el Nombre de Nuestra Señora. El pecador se refugiará en Ella y se salvará. Es Nombre dulce, Nombre que conforta, Nombre de consoladora esperanza, Nombre tesoro del alma. Nombre amable a los ángeles, terrible a los demonios, saludable a los pecadores y suave a los justos."
 
Que el sabroso Nombre de Nuestra Madre, unido al de Jesús, selle nuestros labios en el instante supremo y ambos sean la contraseña que nos abra, de par en par, las puertas de la gloria.


¡Oh dulce Virgen María!, quede tu nombre en mis labios, como sello de mi vida, como mi obsequio y regalo, amén

sábado, 8 de septiembre de 2012

Feliz cumpleaños Virgencita

Hoy se celebra el nacimiento de nuestra amada Madre, y cómo no honrarla, si Ella nos trajo de nuevo la luz al mundo, el perdón de los pecados y la esperanza de una nueva vida.

Querida Madre, mujer excepcional, libre de pecado y mancha, que seas Tu quien nos guié a la vida eterna para poder encontrar la paz y el sociego que nuestro Señor nos tiene prometidos.  

Bendita Tú antes de nacer y por los siglos de los siglos!!!

"Dios está con Ella. Es suya desde antes de que existiera. Él la conducirá por sus vías y toda amargura se transformará en paradisíaca miel. Ahora sé de tu mamá... todavía un  poco antes de ser toda de Dios..."

Los padres de María Santísima se llamaban Joaquín y Ana, y eran dos piadosos israelitas que cuando recogían sus cosechas las distribuían en tres partes: una para los pobres, otra para el  Templo y la tercera para los gastos del hogar. Como Dios prometió: "El que generosamente da, generosamente recibe", les recompensó sus bondades consediéndoles el inmenso honor de ser los padre de la Virgen María, madre del Redentos, y abuelitos de de Jesucristo.



El ángel habló entonces: "Ana tendrá una Niña Inmaculada y de Ella saldrá la salud del mundo. No debe lamentar Ana su esterilidad, que no es para su deshonra sino para su gloria. Lo que tendrá Ana no será de él (Joaquín) si no que por medio de él, será un fruto de Dios y la culminación de la bendición dada a Abraham". Joaquín no podía comprender esto, y el ángel lo llevó detrás del cortinado que estaba separado lo bastante para poder permanecer allí. Vi que el ángel ponía delante de los ojos de Joaquín una bola brillante como un espejo: él debía soplar sobre ella y mirar. Yo pensé que el ángel le presentaba la bola, según costumbre de nuestro país donde, en los casamientos, se presenta al sacristán. Cuando Joaquín echó su aliento sobre la bola, aparecieron diversas figuras en ella, sin empañarse en lo más mínimo. Joaquín observaba. Entendí que el ángel le decía que de esa manera Ana daría a luz, por medio de él, sin ser empañada. El ángel tomó la bola y la levantó en alto, quedando suspendida. Dentro de ella pude ver, como por una abertura, una serie de cuadros conexos que se extendían desde la caída del hombre hasta su redención. Había allí todo un mundo, donde las cosas nacían unas de otras. 

Lectura recomendada: http://www.capillacatolica.org/NacimientoVirgenMaria.html